miércoles, 13 de agosto de 2014

El Brutal Homicidio de "Hello Kitty"


Se conoce como “crimen de Hello Kitty” al caso más horrible de tortura y asesinato que haya conocido Hong Kong en muchos años. Ocurrió en marzo de 1999, Fan-Man-yee, una prostituta de 23 años es secuestrada por tres miembros de la mafia china.

 Man-yee es llevada a un apartamento del distrito de Kowloon en Hong Kong, y torturada durante un mes hasta morir, una vez muerta la descuartizaron y metieron su cabeza en un peluche de Hello Kitty, de ahí el nombre del caso.

A Man-yee la abandonaron de pequeña y tuvo que criarse en un orfanato. De adolescente tuvo que sobrevivir de la prostitución y otros delitos, también se inició muy joven en el mundo de las drogas. Sus clientes eran principalmente miembros de la Tríada.

La Tríada es una organización criminal china que tiene una de sus bases en Hong Kong. Se dedican al tráfico ilegal de personas, la falsificación de tarjetas de crédito, los talleres textiles clandestinos, la falsificación, venta y distribución de todo tipo de productos, la prostitución, las clínicas ilegales, muertes por encargo, etc.
Man-yee se casó en 1996 y tuvo un hijo con uno de sus clientes, pero los escandalosos episodios de violencia que vivían los terminó por separar y ella tuvo que volver a su anterior vida. En 1997, Man-yee trabajaba en un prostíbulo del área de Kowloon. Uno de sus clientes era Chan Man-lok, un famoso y despiadado traficante, miembro de la Tríada. Ambos  trabaron una amistad, amistad que se vio truncada cuando Man-yee intentó robarle la cartera que contenía unos 3000€. El cruel traficante Man-lok le hizo devolver dicha cantidad, además de unos 20.000€ adicionales, a modo de indemnización.

Como no disponía de ese dinero, Man-lok, de 34 años, y sus dos compañeros de Tríada, Leung Shing-cho, de 27, y Leung Wai-lun, de 21, secuestraron a Man-yee. Man-lok tenía un lujoso apartamento de siete habitaciones sobre Gransville Road, el paseo de compras más famoso de Kowloon. El plan era tener a Man-yee allí encerrada, y explotarla hasta que hubiese producido el dinero que Man-lok consideraba que le debía.

Pero las cosas se torcieron por culpa de las drogas. Los secuestradores eran adictos al clorhidrato de metanfetamina, conocida como ‘hielo’. Bajo los efectos de la poderosa droga, no pudieron resistir la tentación de torturar a la indefensa mujer. Le pegaban por diversión, cuando no tenían nada que hacer, y pronto sus alteradas conciencias empezaron a tramar suplicios inimaginables y retorcidos.
Si no funcionaba la televisión ataban a Man-yee con cables eléctricos, la colgaban de un gancho en el techo y la golpeaban con barrotes de hierro. No se tomaban la molestia ni de descolgarla y se quedaba allí toda la noche.

De vez en cuando Ah Fong, una niña de 14 años, novia de Man-lok, los visitaba y se sumaba a la diversión. Obligaban a Man-yee a simular estar feliz y dar risotadas, mientras la golpeaban brutalmente. Si ella no lo hacía, la golpeaban con más violencia o la quemaban. Era como un juego para ellos. Los tres hombres encontraron en la propia cocina del apartamento todo lo necesario para sus torturas.

Le quemaban los pies con plástico derretido y cuando se hacía ampolla y supuraba le echaban aceite de guindilla para que le escociera. Le orinaban en la boca, y la obligaban a tragar la orina, castigándola a golpes cuando no conseguía hacerlo. Para llevar al extremo esta perversión, la niña Ah Fong defecó dentro de una caja de zapatos, y obligaron a Man-yee a comerse los excrementos. Ah Fong explicó en el juicio que no tenía nada contra Man-yee, y que incluso le caía bien, pero que quería saber cómo era torturar a alguien.

Man-yee ya estaba muy enferma al final de sus días, alternaba instantes de consciencia con fases de inconsciencia, mientras permanecía tirada en el suelo o colgando del techo. Una mañana, Ah Fong se despertó, fue al baño y la encontró muerta en el suelo del mismo, donde llevaba dos días tirada.

Los tres mafiosos discutieron sobre qué hacer con el cadáver, pero al no ponerse de acuerdo optaron por irse a unos recreativos. A la mañana siguiente tomaron la decisión bajo los efectos del ‘hielo’. La descuartizaron en la bañera y envolvieron los trozos en plástico para ponerlos en el frigorífico. Man-lok le dio a Ah Fong una bolsa que contenía los intestinos de Man-yee y le ordenó que la llenara con agua caliente hasta que no despidiera hedor.


Shing-cho había puesto una gran olla para hervir la cabeza y reducirla a la calavera. Hicieron una parada para comer algo. La cabeza se hervía en uno de los fogones, mientras los fideos se cocinaban en otro, incluso usaron la misma cuchara para remover ambas ollas. Introdujeron la cabeza dentro de una muñeca Hello Kitty de grandes dimensiones. Tiraron la mayor parte del cuerpo a la basura, y les dieron las extremidades a unos perros callejeros.




Seguramente nunca se hubiera descubierto el brutal crimen, pero al parecer Man-yee se estaba vengando después de muerta. La venganza se representaba en horripilantes visiones y sueños que atormentaban a la joven Ah Fong, la recordaba constantemente atada del techo y envuelta en alambres. Curioso que se espantara más de memorar aquello que de haberlo vivido. Sea como fuere a la joven novia del mafioso los remordimientos le pudieron y acudió a la policía.

Allí contó que el fantasma de la mujer a la que había ayudado a torturar y asesinar la perseguía, y los guió hasta el apartamento donde había ocurrido la macabra aventura. La policía solo identifico un diente y, por supuesto, la calavera de Man-yee dentro del peluche de Hello Kitty.


Los tres hombres fueron condenados por homicidio ya que los restos recuperados no permitieron determinar con exactitud las causas de la muerte. La niña Ah Fong no fue imputada, gracias a su colaboración durante el juicio. 

El Hospital de la Muerte... la historia de Waverly Hills


Los hospitales siempre tienen extrañas historias de miedo, experiencias paranormales, leyendas y sucesos extraños. Más todavía, si el hospital alberga una historia marcada por la tragedia, como es el caso del hospital de Waverly Hills.


Antes de que fuese un hospital, fue una casa escuela: la tierra fue comprada por el Comandante Thomas H. Henos en 1883. Necesitaba una escuela donde pudieran ir sus hijas así que hizo construir una pequeña casa-escuela y contrató a la Sra. Lizzie Lee Harri como profesora, que bautizó la casa con el nombre de “Waverly school” por que le recordaba a la novela “Waverley” de Walter Scott. Al comandante le gustó y llamó a su propiedad “Waverly Hills”, nombre que el Consejo de Hospital de Tuberculosis mantuvo cuando adquirió las tierras para abrir el sanatorio.

La construcción del Hospital de Waverly Hills comenzó en 1908 y abrió sus puertas el 26 de julio de 1910. Fue diseñado para acomodar a unos 50 pacientes de tuberculosis. La gente que enfermaba tenía que ser aislada del resto y debían permanecer en lugares donde pudiera descansar, respirar aire fresco y recibir la atención necesaria.
Los sanatorios solían construirse en altas colinas rodeadas por bosques para crear una atmósfera serena para ayudar a los pacientes a recuperarse.


La tuberculosis alcanzaba dimensiones epidémicas entre la gente de Pleasure Ridge Park, Kentucky, y el pequeño sanatorio trataba ya a más de 140 personas, así que era obvio que había que construir un hospital mucho mayor.
Este gran sanatorio gótico que se realizó entonces en su día podía acomodar al menos a 400 pacientes. Se consideraba una de las instalaciones más modernas y bien equipadas cuando se abrió. La construcción de este sanatorio comenzó en marzo de 1924 y abrió sus puertas el 17 de octubre de 1926 para tratar a pacientes. Waverly funcionó como un hospital de tuberculosis hasta 1961 y renovado para ser abierto otra vez en 1962 como WoodHaven Servicios Médicos. Fue un centro de geriatría hasta 1980, año en el que fue cerrado por el Estado.

Pero la finalidad del viejo Waverly no se quedaba en curar a los enfermos de tuberculosis, ya que además se buscaban curas más eficientes, llevándose a cabo ciertos experimentos -más de una barbarie- con los más cercanos a la muerte. Uno de los experimentos era poner a cada paciente frente a una ventana, tratando de evitar posibles contagios por el aire.

Las operaciones en ocasiones resultaban desastrosas, y solo sobrevivían a ellas un 5% de los ingresados. Además, la hidroterapia causaba neumonía a la mayoría de los pacientes. Tal vez por esto se llevó a cabo una búsqueda tan desesperada, cometiendo errores bastante graves, de una cura más eficiente. Se utilizó incluso la TEC (Terapia Electro Convulsionante, comúnmente conocida como Electroshock) aunque con resultados casi nefastos.



Uno de los lugares, sin duda más tenebrosos del edificio, era un túnel conocido popularmente entre los médicos como “el elevador de cuerpos”. Consistía en un largo y oscuro túnel que atravesaba una de las colinas y que poseía una rampa. Así, en un vagón, los cuerpos de aquellos con menos suerte eran transportados hacia la morgue y el crematorio, escondidos del resto del edificio. Aquello fue una orden estricta del director del hospital, ya que aseguraba que ver salir cada mañana un camión de muertos no ayudaría a los enfermos psicológicamente.
Por tanto, la labor del “elevador de cuerpos” se llevaba a cabo de noche, cuando todos dormían…

Otro de los hechos trágicos -y que más leyenda ha suscitado- es aquel sucedido en 1928. En la quinta planta, donde se alojaban los enfermos mentales infectados por la tuberculosis existían, además, dos habitaciones (502 y 506) para dos enfermeras que cuidarían constantemente de aquellos enfermos.
Pero una mañana de 1928, la jefa de enfermeras, de tan solo 28 años y alojada en la habitación 502 apareció colgada del techo.

Tan duro era aquel trabajo, que no fue la única en suicidarse… En 1932, queda registrado otro suicidio y además en la misma planta… Y en la misma habitación. La enfermera de la 502, al igual que cuatro años atrás, decide quitarse la vida, esta vez saltando desde el balcón.Sin embargo, el sanatorio cierra sus puertas en 1961, cuando habían pasado veinte años desde que el joven Albert Schatz descubrió la estreptomicina, cura perfecta para la tuberculosis. Nadie necesitaba ya acudir al sanatorio. Años después, y como suele suceder, Waverly Hills abre sus puertas pero rebautizado como “Sanatorio Geriátrico de Woodhaven“.

Por aquel entonces, las leyendas comienzan a caminar colina abajo, y se habla en las poblaciones cercanas de que en aquel lugar se llevan acabo extraños experimentos y se maltrata a los residentes.
Muy falsas no debieron ser aquellas habladurías, pues en 1982 las robustas puertas de Woodhaven son cerradas (oficialmente) para siempre.

Desde la fecha hasta hoy, el lugar ha pasado por muchas manos… Una de ellas, y la que más daño hizo al edificio, fue la de Robert Alberhasky, en Marzo de 1996. Compró el terreno con intención de demoler el edificio y construir la mayor estatua de Jesucristo, inspirándose en el Cristo Redentor de Río de Janeiro. Pero aquello fue denegado por el Registro Nacional Histórico de los EE.UU.
Robert Alberhasky, tremendamente enfadado y con un berrinche infantil, abrió de par en par las puertas del viejo Waverly Hills, dejando entrar a todo el que así lo quisiera para destrozar las instalaciones que aún quedaban dentro.

Son muchas las historias de fantasmas que se sitúan en Waverly Hills. Se habla de una pequeña niña rubia que busca desesperada a sus amigas en el ático. De un niño que juega con su viejo balón de cuero. De una anciana que se pasea gritando por lo que queda de la recepción, y de una silla de ruedas que parece andar sola por los largos, angostos y solitarios pasillos de la primera planta.

Se habla también de decenas y decenas de sombras que cada noche pueden verse en el oscuro túnel bautizado como “el elevador de cuerpos” o “túnel de muertos”. Sombras que caminan sigilosamente hacia ninguna parte.

Una de las más conocidas apariciones es la de Mary, una chica sin ojos, y asociada a una joven aparecida en una fotografía firmada, dentro del edificio, que decía “Con amor. Mary.“

Pero la leyenda más conocida entre todos los lugareños es la de aquella enfermera de la quinta planta que cada noche sale de la habitación 502 y pasea por su planta. Además, se habla de ruidos, voces, extrañas toses y luces… Luminarias en mitad de la noche, que hacen parecer que el edificio sigue albergando pacientes. No sería extraño que fallara el suministro eléctrico, si no fuera porque en el edificio, como es lógico, ya no hay ni rastro de la electricidad.

En 2001, la “Sociedad de Caza Fantasmas de Louisville” fue reclamada por la cadena Fox Tv. para la producción de un capítulo de su serie “Reality”.

Lo que esta Sociedad debía hacer era investigar en el edificio una noche, comprobar si aquello tenía o no peligro para posteriormente introducir a cinco chicas dentro del edificio durante una noche completa.
Keith Age, fundadora de la Sociedad de Caza Fantasmas de Louisville, era la encargada de llevar a su equipo dentro del lugar. Ella explica en su artículo “Aquellos, los que quedaron atrás” su experiencia en el edificio.



La primera vez que ella entró en el edificio, vivió varias experiencias. Los ruidos de alguien que arañaba el suelo parecía perseguirlos constantemente. Sin embargo, la prueba más física de que algo sucedía ocurrió en una pequeña habitación, donde el medidor de campos electromagnéticos comenzó a moverse muy rápido.
Todo el equipo comenzó a sentir un calor bastante anormal. Tal sería la temperatura que llegó a tomar el medidor de campos, que llegó incluso a derretirse parte del plástico. Cuando salieron a cambiarlo por uno nuevo y a mirar los planos del edificio descubrieron que aquella habitación en la que habían estado era la sala de TEC (Terapia Electro Convulsionante).

Posteriormente, ya con las cinco jóvenes dentro del edificio y las cámaras y focos para el programa, los hechos continuaron. Tras recorrer el edificio por primera vez, ya en el hall de entrada, todas fueron presente de cómo un pequeño punto de luz roja se hacía cada vez más grande hasta parecer una luz de revelado fotográfico.

Todas comenzaron a gritar y corrieron hacia Keith Age. La luz comenzó a menguar hasta desaparecer completamente. La batería de las cámaras, en aquel preciso instante, se vino abajo. Como si aquella luz hubiera absorbido toda la energía allí presente. Minutos más tarde, Keith Age abandonaba el edificio asustada, y agradecida por no tener que pasar la noche entera como aquellas jóvenes. Los sucesos continuaron. Pero eso sí, salieron vivas de allí.

El Misterioso Túnel de los Gritos


Cerca de las Cataratas del Niagara hay un pequeño túnel que tiempo atrás servía como paso peatonal entre las granjas que había en la zona. Es un estrecho y oscuro paso bajo la vía del tren que une Toronto y Nueva York, en el que habitualmente la niebla impide ver más allá de tu propia mano.

En este túnel ocurrió un escalofriante crimen que dejó maldito el lugar y son cientos las personas que aseguran haber sentido unapresencia cuando lo han atravesado. Esta es su leyenda…

Hace más de un siglo había algunas casas cerca de los alrededores del túnel. En una de ellas había una familia rota por el alcoholismo del padre, un hombre violento que descargaba toda la furia que sentía por su miserable vida golpeando a su mujer y su única hija cada vez que se emborrachaba. La mujer trataba de soportar las palizas y evitar que golpeara a su hija, poniéndose como escudo y diciéndose a si misma que su marido volvería a ser quien fue cuando se conocieron. Pero la situación no mejoraba y, temiendo por la vida de su pequeña, se armó de valor y decidió pedirle el divorcio.

El hombre al escuchar a su mujer que abandonaba la casa con la niña, se enfureció tanto que la amenazó con prenderle fuego a toda la casa con ellas dentro si trataban de salir de allí.La mujer al ver como el hombre agitaba una lámpara de aceite y la acercaba peligrosamente a las cortinas, decidió plantarle cara por primera vez en su vida y le comenzó a empujar mientras le gritaba fuertemente.

La reacción del hombre no se hizo esperar, lanzó la lámpara contra uno de los muebles, que de inmediato comenzó a consumirse, llegando las llamas hasta el techo de madera en cuestión de segundos. Se giró hacia su esposa y la derribó de un puñetazo, pero no contento con ello la continuó golpeando y pateando aunque ella estaba inconsciente en el suelo. La niña, al ver la escena, escapó presa del pánico, corriendo tan rápido como podía con la intención de llegar hasta la casa de sus vecinos que se encontraban al otro lado del túnel. Mientras corría, sólo se giró un segundo para ver como toda la casa comenzaba a arder mientras su madre aún estaba dentro y su padre salía con paso lento pero seguro con una lámpara de aceite apagada en la mano.

Pero su huida no tuvo éxito; ya que, cuando se encontraba a mitad del oscuro túnel, la niebla le impidió ver una piedra, con la que tropezó y cayó de bruces en el encharcado y frío suelo. Sentía un gran dolor en su tobillo y, por más que trataba de levantarse, el dolor la vencía y caía nuevamente. Ese lapso de tiempo fue aprovechado por su padre para alcanzarla.

La niña quedó paralizada por el miedo cuando observó como su enloquecido padre se acercó a ella y vertió lentamente todo el aceite sobre su diminuto cuerpecito. Entonces sólo un sonido más se escuchó en el túnel: el de una cerilla encendiéndose justo antes de que el padre la arrojara sobre la niña y la prendiera en llamas.

Los gritos de dolor de la niña fueron tan desgarradores que quedaron impresos por la eternidad entre las paredes de este túnel, que desde entonces se llama localmente “El Túnel de los Gritos” (Screaming Tunnel en inglés). El destino del padre nunca quedó claro, unos afirman que regresó a la casa ardiendo y entró nuevamente para arder en las mismas llamas que él había provocado, otros que desapareció y nunca fue detenido.

Lo que sí que es cierto, es que son pocos los valientes que se atreven a acercarse al Túnel de los Gritos de noche, pues cualquiera que entra puede sentir que hay algo negativo en su interior y una presencia les vigila. Se dice además que, si enciendes una cerilla en la mitad del túnel (el lugar donde ardió la niña), se puede escuchar un grito desgarrador y sentirás como una brisa apagará inmediatamente la llama, como si alguien hubiese soplado para que regrese la oscuridad a sus paredes…

El horrible caso de Doris bither


El caso de Carla Morán, también conocido como el “Caso de Doris D” o el “Caso de Doris Bither”, representa uno de los casos más intrigantes pero menos estudiados dentro de la Parapsicología. 


Doris Bither era una madre soltera que vivía en una casa de Culver (California) con sus cuatro hijos (una niña de 6, tres varones de 10, 13 y 16), todos de diferentes matrimonios. Su vida, relativamente tranquila, comenzó a ser trastocada cuando en mayo de 1974 se desataron los primeros episodios de lo que sería una larga pesadilla, tan larga que la seguiría por años enteros. En concreto, Doris había empezado a sufrir ataques sexuales por parte de una entidad invisible a la que ella, basada en los traumatizantes contactos que había tenido con dicha entidad, le atribuía la forma de un atacante masculino alto y fornido…

Aquella entidad abusaba de Doris por las noches: la tocaba, la forzaba violentamente contra su cama y después la golpeaba y abusaba sexualmente de ella. Tras repetirse el episodio numerosas veces, Doris buscó ayuda psiquiátrica mas, al recibir un diagnóstico de normalidad, fue a buscar ayuda en investigadores de la Universidad de California. Fue así que acudió al laboratorio de Parapsicología, donde logró contactar con su director, el Dr. Barry E. Taff, un psiquiatra e investigador escéptico.

En un primer momento, Taff pensó que la historia era una mera construcción imaginaria y los supuestos ataques no eran más que un complejo de exteriorizaciones y percepciones producido por algún trastorno mental de Doris; aunque, cuando ella le mostró las extrañas y terribles marcas (algunas en la zona genital) que el violador invisible le había ocasionado, Taff pensó que su hipótesis del trastorno era casi seguramente insuficiente ya que, en el marco de los parámetros de la ortodoxia científica, no era posible explicar con rigor y completitud el caso. Intrigado, Taff tomó interés en el caso y entrevistó a Doris, a sus hijos y a sus vecinos, obteniendo tanto de sus hijos como de algunos vecinos la declaración de que habían sido testigos de los abusos de la entidad invisible a la que, desde ese momento, se le empezó a llamar “El Ente”.

Pese a eso, Taff no dejó de aferrarse a la posibilidad de que todo tuviese su raíz en la mente de Doris, por lo cual contactó con el hipnólogo Kerry Gaynor en vistas de encontrar recuerdos perdidos en el subconsciente de Doris que, de alguna manera, pudiesen dar la llave del caso. No obstante nada se sacó de las sesiones hipnóticas y, entretanto, El Ente seguía deleitándose en sus salvajes abusos. A causa de eso, finalmente decidieron trasladar un equipo científico (dirigido por Taff y Gaynor) al domicilio de Doris.

Mientras el equipo proseguía con sus investigaciones, el estado de Doris empeoraba cada vez más y hacía temer en algunos médicos la posibilidad de que ella acabase sumergida en un estado crónico e irreversible de esquizofrenia. Como ninguno de los miembros del equipo había enfrentado algo semejante con anterioridad, muchos de ellos, en parte por haber visto que casi no existían precedentes de casos semejantes, optaron por creer que los ataques cesarían a corto o mediano plazo. En un inicio habían creído, debido a que los ataques sucedían cuando Doris dormía, que el problema se reducía a cierto tipo de trastorno psíquico vinculado a la mecánica del sueño; mas, tras irse desarrollando los hechos de la manera brutal y contundente en que se dieron, empezó a surgir en los investigadores la creencia en la posibilidad de que en efecto estuviesen lidiando con alguna entidad sobrenatural.

Y es que, a diferencia de tantos fantasmas, El Ente y sus secuaces[2] no dudaron en manifestarse ante la presencia de los investigadores; por lo cual, en aquellos días en que el equipo estuvo en el domicilio de Doris, se reportó la presencia de esferas luminosas e inclusive se tomaron fotografías en que se apreciaban unos arcos de luz que delataban la forma de las esferas: mas, como es de esperarse, ante aquellas fotografías cuya fama ha llegado a trascender, los escépticos hablaron de reflejos en el lente de la cámara y la comunidad científica no las aceptó aunque nunca se demostró ni que fuese un montaje ni que fuese el producto de reflejos en el cristal de la cámara.

Pero veamos ahora los hechos con más detalle, para lo cual resulta muy útil acudir a las palabras con que los propios Taff y Gaynor relataron ciertas cosas acaecidas en los días en que las investigaciones se realizaban en casa de Doris:

Fue en la segunda visita a la casa de Doris cuando los investigadores empezaron a ver cosas que les demostraron de manera contundente que lo que estaba ocurriendo no podía reducirse a algún intrincado problema psíquico del sueño. “Empezamos a ver pequeños estallidos de luz, sucedían rápidamente. Intentamos fotografiarlos, pero sucedían demasiado rápido, y no conseguimos fijar ninguno. Trabajabamos con una Polaroid y una cámara fotográfica de 35mm”


“Estabamos en la cocina hablando con el hijo de 16 años de Doris cuando la puerta de un armario bajo se abrió de golpe y una cacerola salió disparada”, dijo Gaynor. “Salió volando y cayó dos o tres pies más allá del armario. Yo me asomé por si hubiera algún truco o alguien escondido en el armario, pero allí no había nada. Ahí es cuando empezó todo”.

“La mujer empezó a chillar, ‘está en el dormitorio’. Nosotros corrimos hacia allá y fue cuando aparecieron las luces y tomamos las instantáneas con la Polaroid. La mujer gritó ‘está en la esquina’ y rápidamente tomamos una foto, pero salió descolorida. Doris volvió a gritar que estaba en la esquina y volvimos a fotografiar… otra vez descolorida. Pensabamos que la cámara se había estropeado, así que tomamos una foto de control. En ese momento Doris anunció que el ente se había ido. La foto salió perfecta”

“Con la Polaroid tomamos la foto más interesante de todas. Doris dijo textualmente ‘está delante de mi cara’ y entonces tomamos la instantánea. En la foto puedes ver con claridad los botones de su ropa y las cortinas, sin embargo su cara aparece totalmente borrada. Repetimos la operación con idéntico resultado, y cuando ella dijo que ya se había ido, hicimos una foto de control y todo apareció normalmente.”

“La tercera noche decidimos hacer la sesión en el dormitorio. Le pedí al ente que si realmente estaba allí que apareciese, y entonces la luz salió de la pared y se desplazó hasta el medio de la habitación. Empezó a girar y a expandirse en todas direcciones. Teníamos a nueve fotógrafos profesionales distribuidos por la habitación disparando sus cámaras desde todos los ángulos. Fue increíble, ¡esa cosa flotaba en medio de la estancia y era dimensional! Es imposible falsificar algo así sin disponer de sofisticados sistemas de laser”. Taff contó que en realidad había tres esferas de luz: una verde-amarillenta y dos de luz blanca. “Nosotros vimos bolas de luz. De algún modo las cámaras recogieron arcos luminosos… pero lo que nosotros vimos eran bolas de luz”.  Mas todo aquel episodio tuvo lugar luego de que, tras sufrir un espantoso ataque, Doris llamara a Gaynor a la medianoche para pedirle que fueran ya que había sido agredida por tres criaturas invisibles, dos de las cuales le sujetaban las piernas para que la última, El Ente, la penetre con brutalidad a sus anchas. . “Ella me llamó en mitad de la noche llorando y fui hacia allá. Había sido golpeada, tenía marcas azules y negras por todo el cuerpo”, dijo Gaynor. Como sorprendentemente se ve, el número de criaturas que Doris mencionó, al igual que la distribución de funciones y aparente jerarquía entre las mismas, coincidía a la perfección con el hecho de que justamente hayan sido tres las esferas de luz que los investigadores vieron, siendo dos de ellas blancas (las criaturas que sujetaban) y una amarilla-verdosa (El Ente). Por otra parte, Doris también acotó que la entidad violadora había cobrado solidez mientras la violaba y que, a través del contacto con la misma, pudo darse cuenta con claridad, aún más que en anteriores episodios, de que la entidad tenía la anatomía de un hombre fornido y de que en efecto era un espectro pues, inmediatamente después de saciar su desaforada libido, simplemente “se evaporó”. Finalmente y a pesar de que cuando los investigadores llegaron no presenciaron ningún ataque sexual de El Ente, sí pudieron ver algo que les heló la sangre, algo que le hizo ver a Gaynor que, en efecto, Doris parecía estar en lo cierto cuando dijo que el abusador invisible tenía la morfología de un hombre. Cuenta así Gaynor lo siguiente: “Primero vimos como se formaba la cabeza y seguidamente los hombros. Después la luz fue descendiendo hasta que una silueta se dibujó entera. Era una luz verde-amarillenta. Cuando todo pasó, nos miramos unos a otros… No podíamos ni hablar.” Y Taff añade: “Cuando la aparición se esfumó, dos jóvenes ayudantes se desmayaron y hubo que sacarlos fuera del dormitorio”…

En cuanto a la peligrosidad de El Ente, las siguientes palabras de Gaynor nos muestran que era ciertamente elevada no solo para Doris sino para cualquiera que osase intentar detenerlo: “Una vez, el hijo de 16 años oyó a su madre llorar y fue al dormitorio. Vio como algo zarandeaba a su madre en la cama y, cuando se acercó a ayudarla, algo le golpeó en la cabeza y lo lanzó hacia atrás. El chico se rompió un brazo”

Después de las sesiones en casa de Doris y sobre todo porque no habían podido hallar una respuesta clara y la condición de ella empeoraba, los investigadores trasladaron a Doris quien a lo largo del caso habría de tener tres embarazos psicológicos al laboratorio de la Universidad de California, donde se le hizo una especie de casa de cristal en la que, por cierto tiempo, Doris vivió constantemente vigilada por las lentes de las cámaras y los ojos de los doctores.


Fue allí donde en cierta noche tuvo lugar la más intensa y asombrosa agresión sexual de El Ente. Así, ante los numerosos presentes, el cuerpo de Doris empezó a moverse como si alguien, contra su voluntad, la sujetase y la empujase a la vez: era El Ente que, en aquella noche más que en ninguna otra, evidenció una naturaleza posiblemente humana en virtud de sus conductas sexuales pues, como queriendo dar show y lucirse, doblegó a la pobre Doris y la hizo realizar la posición del perrito, la del misionero y muchísimas otras posturas del Kamasutra. Lastimosamente, de aquella depravada sesión de acrobacias necrófilas no quedó nada pues las cámaras no lograron registrar nada con la contundencia suficiente como para hacer tambalear el ortodoxo juicio científico e inclinarlo hacia la hipótesis paranormal.

Al ataque anterior siguieron muchos otros. Entretanto uno de los psicólogos, en una sesión hipnótica, descubrió que Doris había sufrido abusos sexuales durante su infancia. A partir de allí el juicio de los investigadores se dividió en dos grandes bloques: por un lado, aquellos que creían que todo estaba en la mente de Doris, pasando desde grandes escépticos que se limitaban a explicaciones psiquiátricas rebuscadas hasta investigadores de mente abierta que adoptaban la hipótesis parapsicológica de que la mente de Doris había creado proyecciones energéticas que se plasmaban en la gama de fenómenos desconcertantes que habían visto; por otro lado, estaban aquellos que, en lugar de aferrarse a los excesos del ejercicio interpretativo, prácticamente tomaban la realidad tal cual se presentaba y afirmaban así que Doris era víctima de alguna identidad, sea esta un fantasma, un demonio o  un extraterrestre.

Mas Doris ya estaba cansada de todo y se sentía frustrada ante lo escurridizo que El Ente resultaba para las cámaras. Por ello, dejó de participar en los experimentos y, con sus hijos, dejó su casa inicial en Culver (California) y se mudó a Texas en busca de una vida mejor y libre de los acosos del violador invisible. Pero El Ente ya se había enviciado con ella y, en lugar de dejar sus fechorías o cambiar de víctima, decidió seguirla para así continuar con sus perversas sesiones de placer espectral. Cinco fueron en total las veces que Doris se mudó intentando huir de su perseguidor; cada vez se mudaba más lejos pero lo único que había conseguido era una disminución en la frecuencia de ataques. Aunque posteriormente, y de forma inexplicable, los ataques cesaron. Dice Gaynor (que mantuvo la comunicación con Doris) al respecto: “Parece que el ente la seguía a donde iba. Ella cada vez se mudaba más lejos y los ataques fueron disminuyendo hasta que después de dos años más o menos finalmente cesaron por completo”. Fue entonces que por fin Doris vivió con tranquilidad hasta que el cáncer la condujo a la muerte un 25 de julio de 2006.

Dolores Barrios... ¿La Mujer de Venus?


Esa reunión se celebró en la cumbre del Monte Palomar, a más de dos mil metros de altura, frente a la rústica hospedería denominada Skyline Lodge. 


El congreso había sido convocado por tres de los contactados más famosos: George Adamski, Truman Bethurum y Daniel Fry. A esta reunión asistieron más de mil personas, entre periodistas americanos y extranjeros, policías, agentes del FBI, pilotos aviadores, testigos de apariciones de discos y simples curiosos. Cada uno de los contactados relató su propia experiencia y aprovechó para vender sus libros autografiados. 
Cuando tocó el turno de Adamski, el “profesor” explicó que los venusinos eran muy parecidos a los seres humanos. Tanto así que se habían infiltrado y ahora estaban viviendo en las grandes ciudades. Además presentó un cuadro que era la representación artística de un venusino.

Al atardecer del primer día se produjo un gran revuelo cuando entre el público se señaló la presencia de dos hombres y una mujer de aspecto extraño. Comenzó a correr el rumor de que eran venusinos disfrazados. Los infiltrados de los que había hablado Adamski hacía algunas horas.

Uno de ellos usaba lentes. Los tres eran de tez blanca y la mujer mostraba cabellos largos y rubios, pero lo más extraño eran sus ojos negros.

Uno de los asistentes al congreso les preguntó a bocajarro: “Ustedes, ¿son o no son venusinos?”. La mujer, sonriendo, respondió tranquilamente “No”.

“- ¿Por qué están aquí? 
-Porque estamos interesados en el asunto. 
-¿Creen en los discos voladores? 
-Sí. 
-¿Es cierto que, como dice el señor Adamski, ellos son de Venus? 
-Sí. Ellos son de Venus”. 

En esta reunión se encontraba el periodista brasileño Joao Martins, quien también los entrevistó y consiguió los siguientes datos: 
Ella se llamaba Dolores Barrios y era modista diseñadora; los nombres de sus acompañantes eran Donald Morand y Bill Jarmarkt. Todos eran residentes de Manhattan Beach, California. Martins les pidió que se dejaran fotografiar, pero ellos se negaron, molestos. Estaban cansados de que se les llamara venusinos. Según Martins, Dolores Barrios se parecía mucho a la pintura del venusino que había mostrado Adamski.

El resto de la convención se la pasaron aislados y sin hablar con los otros congresistas. Al día siguiente, una vez terminado el congreso, los extraños visitantes se dejaron fotografiar.

Actualmente se dice que Martins la fotografió utilizando un flash, tomándola desprevenida. Dolores se asustó y corrió hacia el bosque. Al poco tiempo, del bosque se elevó un platillo volador, pero nadie fue capaz de sacarle una foto. También se dice que el ufólogo Fernando Cleto Nunes Pereira vio a Dolores, tiempo después, en un cine de Río de Janeiro.